No sabia que vivía con un Mitómano desde hace mas 25 años

Esta es una historia real, como todas las que publico. Ella fue presa de las mentiras compulsivas de su esposo por más de 25 años.

Hace ya diez años que Celeste comenzó a sentir que su matrimonio no era el de antes. Comenzó a sentir que algunas cosas de marido no le gustaban. Pero no se le cruzaba por la cabeza separarse de él. Menos aún fijarse en otro hombre. Estaba criada "a la antigua" como quien dice. Era una buena mujer.

Tenía casi 16 años cuando lo conoció. Si bien en un principio él no fué de su agrado, no tardó en conquistarla.
A sus 17 años, quedó embarazada de quien sería en el futuro su primera hija.
Sus padres, no tuvieron mejor solución que el casamiento. En el año 1984 todavía no se aceptaba mucho la idea de tener un hijo sin casarse. Por lo menos para su familia.



Entre llantos, amarguras, culpas y desencantos, Celeste y Carlos se casaron.
Sus padres sabían que no sería el yerno ideal, pero confiaron en que la madurez haría algun milagro.

Las mentiras de Carlos no tardaron en salir a la luz, porque como dice el dicho "Las Mentiras tienen patitas cortas".
Pero Celeste no llegaba a darse cuenta de que a su lado se gestaba un Mitómano y la llevaría por senderos inesperados.

Los comentarios comenzaban a surgir. Él viajaba mucho por su trabajo, y en cada viaje le era infiel. Lo acompañaban siempre personas que luego comentaban a los padres lo que pasaba cuando estaba lejos de su casa. Pero cuando él regresaba a su hogar, se jactaba de ser el marido más perfecto y el padre ideal.
Por supuesto que Celeste creía todas sus historias, a pesar de descubrir ciertas cosas que la llenaban de dudas. En realidad, ella no podía siquiera pensar en que se había casado con el hombre incorrecto.

Su trastorno de la personalidad se acentuó mucho con el tiempo, y luego comenzó por vender cosas que él llevaba de viaje aprovechando todos los recurso de su empresa. Viendo que nadie lo descubría, todo seguía creciendo.
También compraba cosas sustraídas a otra gente para luego revenderlas y sacarle ganancia. Nada de esto le causaba culpa. Porque según él, todo esto estaba bien hecho. Celeste tampoco podía darse cuenta de que su marido hacía las cosas mal. Ella dejaba manipularse para no ver la realidad de las cosas.

Más tarde llegó otra hija y años después la tercera y última completaría la familia.

Ya no solo sus padres y hermanas sabían de las cosas terribles del marido, sino todo su entorno y conocidos. Pero nadie podía decirle nada a Celeste porque ella lo defendía. Estimo que para sus adentros, ella prefería creerle y no abrir los ojos para ver su espantosa realidad.

Pero de a poco, y en el término de los últimos 10 años, ella daba signos de querer despertarse. Si bien muchos se animaron a decirle solo ciertas cosas, tampoco reaccionaba como para tomar la desición de dejarlo. Tenía un océano de excusas para no hacerlo. Nuevamente negaba su realidad, y hacía ver al resto, que estaba bien, que era felíz.

Cada vez que iba a terapia, la abandonaba, con la excusa de que no le servía para nada. Tal vez escapaba del espejo de la realidad. Llegó a pelearse y a aborrecer a muchas personas cercanas, apuntalada por su marido. A él también le convenía que su entorno no la apoyara para que no viera el desastre que el había ocacionado en su vida.

Hace tres años, cuando murió su padre, después de una larga enfermedad, Celeste se distanció de toda la familia por creer que no querían darle lo que correspondía de su pobre herencia. Pero la realidad era muy distinta, pasado un año, tuvo que pedir perdón a cada miembro que ofendió. En ese año, Carlos había hecho desastres en la psiquis de ella y en la familia.

Últimamente ya todo iba de mal en peor. La idea de separarse de su esposo cobraba fuerzas cada día. Ella lo expresaba con su hermana y con su madre. Y la única persona que podía tomar la desición era ella.

Hacía mucho tiempo que él no trabajaba o "hacía que trabajaba", pero a su casa no llegaba dinero. Y Celeste trabajaba en casas de familia haciendo limpieza para mantener su casa y su familia. Él estaba cada vez peor y la acosaba cada vez más la darse cuenta que ella en cualquier momento tomaria la desición de irse. Comenzó a desesperarse y a tratar de que no lo hiciera.

Finalmente, un día lo hizo, pero no duró mucho tiempo, ya que él la convenció con sus llantos y sus plegarias para que vuelva. Tres veces trató de hacerlo. Y ninguna resultó.

Su madre y una de sus hermanas, la apoyaban incondicionalmente, para que ella supiera que no estaría sola en esto. Le hicieron ver cosas que ella no podía ver o creer. La contuvieron siempre.
Era una cruel agonía ver como ella volvia a su casa y las cosas empeoraban cada día mas. Hasta la relación con las hijas fue desastroza, porque Carlos hacía de víctima y sus hijas lo apoyaban.

Los problemas de salud de ella eran cada vez más notorios, y su familia temía que esa situación en su casa terminara en tragedia. El acoso psicológico era incontrolable.

Celeste parecía haberse resignado con escasos 43 años a una vida espantosa.
Y un día, como si Dios le hubiera hablado, se animó a tomar las riendas.
Juntó el poco coraje que tenía, y se fué por cuarta vez de su casa. Por suspuesto que no se fue porque abandonó a sus hijas!.

Carlos entre tantas manipulaciones, le decía que él nunca saldría de esa casa, que él nunca dejaría de estar cerca de sus hijas, y que si ella quería separarse, que tome sus cosas y se vaya.
Se atrincheró para luego no dejar siquiera que saque de allí un miserable televisor. Ni siquiera alguna de sus propias cosas. Cada vez que ella quiso ir a retirar algo de lo que le correspondía, el perseguía por toda la casa diciendole que "eso tampoco se lo lleve". Sus frases para que lo escuchen sus hijas eran: "No pensas en tus hijas", "queres dejarlas sin nada", "queres vaciar la casa". Todas incoherencias espantosas que no eran reales. Pero su único objetivo era poner las situaciones de el lado de él para que el resto piense que era un buen hombre.

Carlos vivía en un mar de mentiras. Ya estaba acostumbrado a esto. Y como daba resultado, pensó que eso también la regresaría.

No solo que Celeste no pudo retirar de su casa cosas que le correspondían, sino que más de la mitad de la herencia en dinero del padre, ya había desaparecido. Una tercera parte le fué sacada con la promesa de ser devuelta por su propio esposo, en un negocio turbio que luego fue a parar a un auto que él compró y que nunca puso a su nombre. Y que al momento que se fué Celeste, él le dijo que ese auto era solamente de él, y que no le devolvería nunca un centavo. Otra parte se la robó y otra parte se la gastó en "cosas que él necesitaba". Pero siempre con la promesa que lo devolvería.

Carlos no estaba haciendo otra cosa, que repetir los comportamientos que había tenido con tantas personas en su pasado, estafándolas. Pero esta vez le tocaba a su "amada esposa" -como el decía-.

Celeste rentó un departamento económico, todos la ayudaron. Y por fin en esa soledad, pudo comenzar a ver la realidad a la distancia. Si bien los acosos continuaron con denuncias policiales de por medio, ya estaba lejos.

Cada día que pasa, ella se pregunta, cómo no se dió cuenta de la realidad en que vivía. Fue utilizada, manipulada, humillada, degradada hasta lo más infimo de su ser.
Cada minuto que pasa, se da cuenta de algo nuevo, cada momento ella toma más fuerzas, para continuar con su vida, ya renovada y tomando bocanadas de aire fresco.

Su divorcio está en marcha, y si bien él se niega a firmar atrincherado en su casa con todas sus cosas, en tres años, la justicia lo declara igualmente.

Celeste comenzó a ser felíz, y cada día que se levanta, le sonríe y le pide a la foto de su padre que tiene siempre a la vista, que la ayude seguir adelante. También le pidió perdón por tantas veces que se enfrentó a él por causa de su ex marido.

Esta vez, tomó las riendas de su vida, y no puso más excusas. Ahora no tiene miedo a la vida. Ese miendo y esa inseguridad que él fue sembrando en su personalidad durante 25 años, hoy comienzan a desdibujarse.

El día que durmió por primera vez en su departamento, era el "día del padre".
Yo intuyo, o tengo la certeza, que fué una señal de él desde el cielo, para decirle "estoy contigo hija".