Vida de Perros - Mis compañeros de viaje

Hace tiempo que quiero contar estas historias. Historias de Perros (si, con mayúsculas).

Estos animales tan particulares, forman parte de mi vida. He aprendido tanto, pero tanto de ellos.

Podría contar tantas historias acerca de mis amigos. Hoy solo les traigo la última enseñanza que me han regalado.

Yo vivo en una casa muy pequeña, pero tenemos un lugar, que hemos elegido con mi esposo, para vivir en el futuro, y que poco a poco vamos construyendo. Todos los días temprano por la mañana, salgo camino hacia allí a diez kilómetros desde donde resido.

Hace ya unos meses, aparecieron dos perras preciosas. Mestizas de color negro, con algunas manchas muy chiquitas en color blanco (son las de la foto). Son casi idénticas. Inmediatamente, cuando veo un perro flaco, tiendo a darle de comer....como por instinto. Me pongo en el lugar del perro, y siento el hambre, la sed, la falta de cariño, de hogar.

Por supuesto, se hicieron mis amigas, y cada tanto, sino todos los días, ellas aparecen como de la nada entrando por la tranquera, corriendo...como viniéndome a abrazar. Si las vieran! Vienen al trote, con una alegría que les brota por los ojitos. Las identifico, porque una de ellas, cuando viene a saludar, pareciera que se sonríe, levantando los labios para arriba y mostrando los dientes blancos que tiene, y cabecea, como si fuera un potrillo. Inmediatamente, lo único que me piden, son unos mimos.

El ritual es darles cariño, luego comida y agua. Luego, ellas vuelven a agradecerme, me pasan por las piernas, y me ponen la cabeza para que las toque...Es maravilloso, si hasta me emociona de solo contarlo!. Qué agradecidos son los animales dios mío.

Hace poco, vino un hombre a hacer el pozo para extraer agua, y cuando quiso sacar un caño de seis metros del camión, las dos lo rodearon, una se le fue por atrás y atinó a morderlo, como haciéndole ver que ellas estaban protegiendo a su dueño. Yo me quedé asombrada, porque a mi orden de “no morder”, se alejaron enseguida, pero se quedaron sentadas con sus miradas fijas en él observándolo todo el tiempo para cerciorase de que no me hicieran nada. No es increíble?.



Siempre quise saber dónde viven, o si eran de alguien. Pero nunca supe. Ellas siempre “aparecen”. Hace unos días me estoy dando cuenta, que el vecino de enfrente, también les da de comer, porque en cuanto oyen que el se aproxima en la camioneta, salen corriendo a recibirlo y desaparecen por un rato. Y luego, al rato, vuelven a mi lugar.

Hoy aprendí, cuando las vi irse con el vecino, lo importante que es SOLTAR. Me di cuenta, de que esas perritas, no eran mías, que eran de la vida. Que ellas compartían su tiempo conmigo, y yo con ellas, pero sin embargo, nadie ni nada es de nadie. Puede parecer tonto u obvio lo que digo, pero cuántas veces nos cuesta soltar a las personas por ejemplo, como si fueran de “nuestra propiedad”.

Que sensación linda fue pensar: “Vayan Mis Negras (como yo les digo), visiten a sus amigos, y vuelvan cuando quieran, que yo siempre las espero”. Habíamos creado sin querer una relación amorosísima y sin apegos. Donde dábamos y recibíamos, pero sin pedir nada a cambio.

Así son los animales. Dóciles, agradecidos, cariñosos, afectuosos, guardianes, incondicionales, expresivos, compañeros...

Seres maravillosos que nos regala la vida. Solo hay que saber observar, y reflexionar.

Los dejo hasta la próxima, un fuerte abrazo!

Naty

No hay comentarios:

Publicar un comentario